Lo barato puede costarle un ojo de la cara

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En Colombia, al igual que en muchos otros lugares del mundo, la compra de gafas en establecimientos no especializados, como grandes superficies, tiendas e incluso en puestos callejeros, es una práctica común. Sin embargo, esta elección puede tener consecuencias significativas para la salud visual si no se realiza de manera adecuada.

Para tener en cuenta. Según datos recopilados por la Superintendencia de Industria y Comercio, se ha encontrado que al menos entre el 60 y el 70 % de las gafas vendidas en establecimientos no especializados no cumplen con los estándares de calidad óptica requeridos, sin mencionar las importaciones de productos para la industria óptica que tampoco tienen los estándares de calidad, legalidad o tributaria, y que, de acuerdo, con la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (DIAN), registraron solo en 2023 los 50 millones de dólares por ingreso al país de este tipo de mercancías y productos.

Asimismo, un estudio realizado por la Universidad Nacional de Colombia encontró que aproximadamente el 30 % de las personas que compran gafas fuera de las ópticas no tienen una prescripción o examen visual previo.

Esta situación puede resultar en la elección de lentes con una formula incorrecta, lo que empeora problemas de visión existentes o causar molestias y dolores de cabeza. De hecho, otras investigaciones llevadas a cabo por el Instituto Nacional de Salud, han demostrado que un alto porcentaje de personas que compran gafas en este tipo de lugares no especializados experimentan dificultades, no solo de comodidad, sino también incrementan su sintomatología desencadenando otras condiciones que no existían antes.

Algunos efectos negativos por utilizar gafas no formuladas

De acuerdo con Paulo Cesar Zapata, docente del programa de Optometría de Areandina, seccional Pereira, la compra de lentes sin prescripción médica puede conllevar diferentes problemas de la salud visual.  

“Laura, una joven profesional que decidió comprar gafas de lectura en un puesto callejero debido a su conveniencia, practicidad, rapidez y precio accesible, pese a que al principio parecía que eran las adecuadas, comenzó a experimentar dolores de cabeza y fatiga visual después de usarlas durante varias semanas. Esto afectó su desempeño en el trabajo”, comenta Zapata.

Tras presentar estos síntomas, que afectaron su visión, Zapata afirma que Laura acudió a una consulta de optometría donde le preguntó al especialista si la compra de estas gafas había sido una buena decisión y qué riesgos podría implicar esto.

“Como Laura son muchas las personas que, por las mismas razones expresadas por ella, deciden irse por el camino fácil y rápido para solucionar su necesidad visual; sin embargo, lo que muchos desconocen es que los lentes oftálmicos formulados deben cumplir con unos requisitos mínimos de normalidad”, indica el docente de Areandina. 

Entre las condiciones que se deben tener en cuenta antes de comprar unas gafas, sobresalen dos principalmente:

Primero, la persona debe cerciorarse que los materiales cuenten con una certificación técnica de calidad y revisión por un profesional.

Segundo, estos lentes deben tener filtros contra la radiación ultravioleta que, hoy por hoy, se constituye en el principal factor de riesgo de daños degenerativos de la córnea, el cristalino y la retina, los cuales pueden generar enfermedades como queratocono (condición que afecta a la córnea que es normalmente redonda, adelgazándola y desarrollando una protuberancia en forma de cono), pterigio (abultamiento que crece en la parte blanca del ojo), catarata (opacidad del cristalino del ojo que habitualmente es transparente) y degeneración macular (trastorno ocular que destruye lentamente la visión central y aguda, dificultando la lectura y la visualización de detalles finos), causando perdida visual que podría llegar a ser irreversible. 

“Estos problemas pueden causar una perdida visual irreversible, que se podría evitar siempre y cuando la persona conozca la procedencia, ficha técnica, avales profesionales de las gafas y los lentes que compra”, agrega Zapata.

Pese a las advertencias, aumenta la venta de gafas no formuladas

El proceso de seleccionar unos lentes en lugares no especializados, se resume en elegir las gafas bajo un efecto “lupa”; es decir, aquellas que, mediante ensayo y prueba, aumenten más el tamaño de los objetos y la lectura, y por esto terminan siendo las elegidas por las personas que, sin importar que no cumplan con su fórmula refractiva exacta, generan con el tiempo un “acostumbramiento” provocando un desbalance en todo el sistema visual.

“Este efecto “lupa” termina haciendo precisamente lo que este instrumento óptico provoca en la naturaleza de la luz: focalizar los rayos de sol y los ultravioleta a una zona específica, generando quemaduras y daños e irreversibles”, puntualiza Zapata.

¿Recuerda el caso de Laura? Bueno, ella finalmente descubrió que las gafas que había comprado no tenían la graduación correcta para su visión, lo que estaba causando sus síntomas. Después de obtener una prescripción adecuada y comprar los lentes correctos en una óptica certificada, experimentó un alivio inmediato de sus problemas visuales y pudo volver a disfrutar de una vida sin molestias ni limitaciones. En conclusión, la compra de gafas en establecimientos no especializados puede ser tentadora debido a su conveniencia y precio, pero es crucial considerar los aspectos de calidad, prescripción visual, comodidad y ajuste. Las decisiones informadas en este aspecto pueden tener un impacto significativo en la salud visual y la calidad de vida de las personas.

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